Hoy, Papi, cumplirías 86 años.
En los días previos a este nuevo onomástico tuyo, he tratado de imaginarme a la abuela pariéndote, en la casita de Soutelo, en Orense, España. También he imaginado cuando ella, teniéndote en brazos, creyó que tenía un atado de leña y te arrojó, dormida, a dónde fuiste a caer.
También he tratado de imaginar, de ponerme en el lugar de ella, cuando el abuelo vino para la Argentina, a un mes de tu nacimiento, y ella, sola, emprendería la misma ruta un año después...dejándote con su madre, mi bisabuela Dolores.
Trato de imaginar tus dolores perpetuos, los que me confiaste en largas charlas...las culpas que sentiste cuando viniste, por orden del abuelo, a la Argentina, porque dejabas a tu abuela, a la que llamabas mamita...y como tu madre, sacó su retrato porque lo mirabas casi hipnótico, recordándola...ella, en ese afán de tener al hijo que no había criado.
Porque yo siempre estuve atenta a tus historias, porque me elegiste para contármelas, porque sabías, desde siempre, en mi único interés por la Memoria, porque de allí mi espíritu prosperó... de mis raíces...de lo único que tengo en verdad...de un hombre que se hizo a sí mismo, en otra cultura, en otro país, cruzando un mar infinito, luego de su Mare Nostrum.
Sabés Papi, soy un mar de lágrimas, porque tu muerte cambió mi vida. Con esa mezquindad propia de los vivos, pero sobre todo la mía, de haber quedado desamparada de la palabra y la presencia...aunque nunca me reclamaste, personalmente, el hecho que me fuera de cien metros que nos distanciaban, a mil setecientos kilómetros, donde recibí la noticia de tu partida.
Papá, te recuerdo desde los principios de los tiempos y por toda la eternidad, la tuya y la mía.
Papá, Cesar Rodriguez González en la esquina de la Abuela Goye, en San Martín de los Andes. República Argentina. |
PS: perdón Papá por un mensaje tan cortito...Esta vez no escribo para la gente que me lee, habitualmente, sino sólo para vos...y estas letras de molde sólo son, como sabes, para calentar el pico, de tu presencia etérea y constante en nuestras vidas.
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