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viernes, 4 de enero de 2013

La Banalidad del Mal

El gobierno argentino salio al cruce de las críticas sociales por la difusión del evento, que realizara el Ministro de Justicia y Derechos Humanos Julio Alak, en el Museo de la Memoria, Ex ESMA. Contrariamente a lo que podía suponerse, desde la agrupación H.I.J.O.S , Abuelas de Plaza de Mayo y el propio gobierno, defendieron a Alak de lo que consideraron un episodio menor y una campaña destinada a desestabilizarlo como figura protagónica en la batalla por la Ley de Medios.

De este modo, y con estos argumentos, se ha tratado de refutar lo que constituye una afrenta a la Memoria de todos los que murieron allí y de los que nacieron, también, en la considerada mayor maternidad clandestina de la dictadura.

Cuando me enteré de la denuncia, hecha por organismos de DD.HH, no pude dejar de pensar en un texto recopilado en el libro El Relato de Viaje, de Jorge Monteleone -Ed.El Ateneo.Bs.As.1998- bajo el titulo El Corazón de las Tinieblas, donde Bernardo Kordon relata su viaje en tren hacia Auschwitz, donde asistió a una función de cine documental, en el principal centro de exterminio del complejo. Luego de hacer el recorrido en tren, el mismo que hicieran millones de personas hacia su muerte, un auto que esperaba los llevó hasta el complejo. Allí nos dice Kordon..
El portón permanecía cerrado y el chofer avisó nuestra presencia con largos bocinazos, hasta que apareció una figura menuda y doblada por el viento helado. Era un ex detenido. Único sobreviviente de un grupo de judíos polacos, no se retiró nunca del campo de concentración a fin de cumplir él también el destino de toda su familia: morir en Auschwitz. Hablaba alemán y polaco, palabras en inglés y francés, y seguramente de muchos otros idiomas de esa cosmopolita Babel...

Antes de llegar a la sala de cine, Kordon nos describe los depósitos:

He aquí los inmensos depósitos de cabellos cuidadosamente empaquetados para ser embarcados a Alemania para relleno de colchones de hogares arios. Montañas de zapatos usados, armaduras de anteojos, valijas sin dueño, aparatos ortopédicos, sillones de ruedas, piernas de palo, pálidas manos de madera. Sobrevivieron a sus dueños, se salvaron de los hornos crematorios, allí quedaron recuperados y debidamente inventariados. Por qué se habla del milagro alemán como algo de los últimos tiempos? Auschwitz es todo un monumento a la organización alemana. Allí nunca obró el odio primitivo y ciego, sino el más puro sentido de la utilidad. Guardaban cantidades fabulosas de gastados cepillos de dientes, brochas inservibles, zapatos desfondados. Todo pasaba por minuciosas revisiones de especialistas alemanes.Todo era desarmado, inspeccionado, hasta agotar las posibilidades de que el  condenado lograse esconder un billete, una moneda, un recuerdo de hombre libre. No fuese que entre los millones de torturados y gaseados alguien lograse escabullir un alfiler o un recuerdo. Ocultar cualquier valor material o espiritual al poderoso Tercer Reich. El infierno de los vivientes puede convertirse en el paraíso de los burócratas. Hay interminables listas de todos los valores recuperados. Entre ellas descubro la anotación de dos monedas chilenas que pertenecieron a un sefardí detenido en Salónica, traído en vagón carguero para ser gaseado a miles de kilómetros de su Grecia Natal.

Kordón estuvo en el 1962, en uno de los inviernos mas crudos de la época, con 32 grados bajo cero y sin una sola estufa en esa sala de proyección de documentales sobre la liberación del campo de concentración. Este detalle me hizo pensar en la devoción absoluta hacia la verdad histórica y a la memoria de los muertos que se ha tratado de conservar allí. Casi como un ámbito religioso donde con el silencio y la oración y los testimonios fílmicos, de los aliados y de los propios alemanes, se recuerdan los más atroces dolores de la condición humana...de la inocencia de millones de personas que pasaron ese calvario.

Hay veces en que tomo el viejo libro del Anexo de la CONADEP -Comisión Nacional de la Desaparición de Personas- donde tengo marcados algunos nombres de personas que conocí y que fueron inmoladas en la dictadura de los 70. El nuevo anexo tiene incorporadas personas que se batieron a duelo en propia ley y personas ejecutadas por el propio terrorismo. Qué lugar ocupa el acápite Daño colateral? Eran personas inocentes cuya única culpa fue estar en la libreta de direcciones y teléfonos de algunos militantes terroristas.
No voy a abrir juicio sobre todos los que se jugaron la vida en pos de una idea; algunos se despacharon con una pastilla de cianuro, otros sobrevivieron como colaboradores del régimen, y otros, muchos, corrieron la suerte de los inocentes masacrados. Porque precisamente en esto quiero detenerme...en el daño colateral de los militares, en su sentido de la Inteligencia, en los datos arrancados en una sala de tortura, en las venganzas personales amparadas en la guerra sucia y con una única ley, la de la selva.

El Museo de la ESMA debiera ser un lugar de silencio por los muertos inocentes, así como es Auschwitz o los Museos del Holocausto, incluido el argentino. Lugar de silencio, observación, recuerdo, un lugar donde lo banal no tiene cabida, porque las circunstancias de la maldad están allí impregnadas y consagradas a la Historia y la posteridad.

Por eso, reescribirla y convertir los lugares de silencio en mercados de compraventa ideológicos es el peor, el más indescriptible pecado del oportunismo político.

El Ministro Alak defendía los indultos de Menem a los militares en los 90...hoy llena de militantes del relato oficial y de empleados del ministerio, obligados a concurrir, a comer hamburguesas y chorizos en ese predio que aún debiera guardar la honra de los inocentes, de aquellos a los que quemaron junto a neumáticos bajo el mote de los Asaditos y los torturados en la parrilla de las camas metálicas con picana.
Como mercaderes en un templo han banalizado el peor de los recuerdos argentinos. Por eso no renuncia y algunos organismos de derechos humanos, cooptados con dinero por el Gobierno, salen a defenderlo. Es un Atroz Reino del Revés Argentino construido con dádivas, famas de quince minutos, puestos de trabajo por unos años, saqueos del erario público...pero, por sobre todo, con ese peculiar sentido banal del mal.

Decadencia moral es el signo de estos tiempos.