Todas las escuelas filosóficas y devocionales se han interrogado e intentado dar una respuesta.
Los escritores, a su modo, también, y casi como ensayos explicativos o filosóficos. Borges, en Las Ruinas Circulares, sueño a un hombre que daré a luz a la realidad pero el nunca sabrá que es el sueño de otro. La eternidad en un instante, frente a un pelotón de fusilamiento...Pastilla azul o pastilla roja? La Matrix o Sión?
Todo tiene que ver con la Ilusión o el Maia y la supra realidad.
Comprender, aceptar y superar esta cuestión nos lleva al arduo camino de dilucidar la Verdad y la Mentira...sobre nosotros, sobre el mundo y hasta sobre Dios.
Agradezco a mi amigo Francisco Saleh la dedicación puesta en repensar este tema áspero, pero como tal, de una importancia clave en el desarrollo de las personas...en su devenir más profundo, para aquellos que se lo preguntan y lo intentan. Mi profunda gratitud hacia él.
Visto desde la Escuela del Cuarto Camino, no para cualquiera, solo para Idiotas.
LA VERDAD Y LA MENTIRA
UNA MIRADA DESDE EL CUARTO CAMINO,
por Francisco Saleh.

Rumi, sufí persa del s. XIII.
Seis hindúes sabios, inclinados al estudio, quisieron saber qué era un elefante. Como eran ciegos, decidieron hacerlo mediante el tacto. El primero en llegar junto al elefante, chocó contra su ancho y duro lomo y dijo: «Ya veo, es como una pared». El segundo, palpando el colmillo, gritó: «Esto es tan agudo, redondo y liso que el elefante es como una lanza». El tercero tocó la trompa retorcida y gritó: «¡Dios me libre! El elefante es como una serpiente». El cuarto extendió su mano hasta la rodilla, palpó en contorno y dijo: «Está claro, el elefante, es como el tronco de un árbol». El quinto, que casualmente tocó una oreja, exclamó: «Aún el más ciego de los hombres se daría cuenta de que el elefante es como un abanico». El sexto, quien tocó la oscilante cola acotó: «El elefante es muy parecido a una soga».
El conocimiento de una parte requiere el conocimiento de su relación con el todo, pero la idea del todo es muy diferente en las personas y depende de su saber y de su ser. Por ello, para nosotros, comunes mortales, la verdad siempre será relativa, porque nuestro saber no está en armonía con nuestro ser. Siempre podemos conocer la parte, ignorando el Todo, esto es conocer una cosa ignorando otra; conocer la forma pero ignorando la esencia.
El hombre puede acumular mucho conocimiento, hecho notablemente visible en la época actual, pero desconoce la importancia del ser; a cada nivel de ser corresponden ciertas posibilidades de saber. Dentro de los límites de un determinado ser, la calidad del saber no puede cambiar, y dentro de estos límites, la única posibilidad reside en la acumulación de más informaciones de una sola y misma naturaleza. Un cambio en la naturaleza del saber es imposible sin un cambio en la naturaleza del ser.
Imaginemos una escalera que desciende del Todo a la Nada, de la Unidad a la Diversidad, de lo Absoluto a lo Relativo, o, en términos religiosos, desde Dios al Diablo (también llamado a veces, el Difamador). El ser del hombre común sólo transita por los escalones más bajos, y su ubicación en esa escala es su límite para percibir la verdad. Una mejora cualitativa exige ascender hacia lo alto. En la experiencia mística, la santidad, la iluminación, el samadhi, el satori o como se quiera llamar,todas estas experiencias tienen en común que quienes la han experimentado, por un instante conocen “la verdad”. Para lograrlo en forma permanente, el ser del hombre debería permanecer en la cúspide de nuestra escalera.
Conocimiento subjetivo y conocimiento objetivo.

Desconoce sus estados interiores, el origen y el contenido de sus pensamientos, desconoce sus estados de ánimo, sus emociones más comunes, sus actitudes, sus posturas, sus enormes contradicciones.
La principal cualidad que ignora es la conciencia. No pretendo abundar en este tema, pero resulta fundamental conocer el papel de esta facultad para el conocimiento de la verdad.
En el lenguaje ordinario se usa la palabra "conciencia" como un equivalente de “inteligencia", en el sentido de actividad de la mente, o en general, se la confunde con “pensamientos”, “sentimientos” y “sensaciones”. Es un grave error confundir la conciencia con las funciones síquicas.
En verdad, la conciencia es una forma muy particular de "darse cuenta" independientemente de la actividad mental. Significa, ante todo, "darse cuenta" de sí mismo, darse cuenta de quién soy, de dónde esto, qué estoy haciendo ahora.
La conciencia en el hombre nunca permanece igual. En un momento dado puede estar presente y al momento siguiente, no. Además, desconocemos que la conciencia tiene grados: momentos de mayor o menor nivel de conciencia. Sólo uno mismo puede saber si en un momento dado está "consciente" o no lo está.
El hombre tiene la posibilidad de experimentar cuatro estados de conciencia: sueño, estado de vigilia, conciencia de sí, y conciencia objetiva. Pero aunque tiene la posibilidad de estos cuatro estados. de hecho vive sólo en dos: una parte de su vida la pasa en el sueño y la otra en lo que es llamado "estado de vigilia", aunque en realidad su estado de vigilia difiere muy poco del sueño. En la vida ordinaria, el hombre no sabe nada de la "conciencia objetiva" y se atribuye el tercer estado, o "conciencia de sí"; esto es, cree poseerlo, aunque en realidad sólo puede ser consciente de sí por muy raros chispazos y aún entonces es probable que no lo reconozca, porque no sabe lo que ello implicaría si en realidad lo poseyera.
Estos vislumbres de conciencia “sobrevienen” en momentos excepcionales, en estados altamente emocionales, en momentos de peligro, en circunstancias y situaciones muy nuevas e inesperadas; o algunas veces en momentos completamente ordinarios, cuando no ocurre nada en particular. Pero en su estado ordinario o "normal", el hombre carece de todo control sobre ellos.
Analicemos los estados de conciencia y su relación con la posibilidad de conocer la realidad. El primero, el estado más bajo de conciencia, el sueño, es un estado pasivo,totalmente subjetivo. El hombre está envuelto en sueños. Sus funciones psíquicas carecen de dirección y de objetivo. No hay lógica, secuencia, ni causas en los sueños. Se trata solamente de imágenes subjetivas, reflejos de experiencias anteriores o de percepciones vagas del momento, tales como sonidos que llegan al hombre que duerme o sensaciones que vienen de su propio cuerpo. dejando una muy pequeña huella en la memoria y más frecuentemente sin dejar ningún rastro.
El segundo grado de conciencia llega cuando el hombre despierta. Es el estado en el que vivimos habitualmente, en el que trabajamos, hablamos, leemos, escribimos, etc., es un estado en el que creemos que somos conscientes, Es el “estado de vigilia” o “conciencia lúcida” según la definición de la sicología, nombre aparentemente puesto en broma si entendemos lo que verdaderamente significa una “conciencia lúcida”. Desde el punto de vista de su posibilidad de conocer la verdad, el nombre adecuado debiera ser el de "conciencia relativa".
En este estado, el sueño continúa, sólo que se le agrega una actitud más crítica hacia las propias
impresiones; sus pensamientos están mejor hilvanados, y sus acciones más disciplinadas. Y gracias al impacto de las impresiones sensoriales, a los deseos, y a los sentimientos, especialmente eldeseo de contradicción o de imposibilidad cuya ausencia es total en el primer estado, los sueños se vuelven invisibles, pero están todos allí, y a menudo influyen en nuestros pensamientos,sentimientos y acciones, algunas veces incluso más que la percepción real del momento.
Estos dos estados, “sueño” y “sueño despierto” o “conciencia relativa”, son los dos únicos estados de conciencia en que vive el hombre, pero, además de ellos, hay dos estados de posibles, que sólo le son accesibles después de dura y prolongada lucha, fruto de un trabajo de Escuela. Estos dos estados superiores de conciencia se llaman "conciencia de sí" y "conciencia objetiva”.
Generalmente suponemos poseer el estado de conciencia de sí, es decir, creemos que estamos conscientes de nosotros mismos, o en todo caso que podemos ser conscientes de nosotros mismos en el momento que lo queramos; pero en verdad "la conciencia de sí" es un estado que nos lo atribuimos sin ningún derecho. En cuanto a la "conciencia objetiva" es un estado del cual no sabemos nada. La conciencia de sí es un estado en el cual el hombre llega a ser objetivo para consigo mismo, y la conciencia objetiva es un estado en el cual entra en contacto con el mundo real, u objetivo, del cual ahora está separado por los sentidos, sueños y estados subjetivos de conciencia.
Estos cuatro estados de conciencia nos vinculan con la posible cognición de la verdad. En el primer estado de conciencia, es decir, en el sueño, no podemos saber nada de la verdad. Inclusive si nos llegan algunas percepciones o sentimientos reales, estos se mezclan con los sueños, y en el estado de sueño no tenemos ninguna posibilidad de distinguir la realidad.
En el segundo estado de conciencia, es decir en el sueño despierto, sólo podemos conocer la verdad relativa, y es de allí de donde viene el término "conciencia relativa".
En el tercer estado de conciencia, o sea en el estado de conciencia de sí, podemos conocer toda la verdad sobre nosotros mismos.
En el cuarto estado de conciencia, es decir en el estado de conciencia objetiva, se supone que somos capaces de conocer toda la verdad sobre todas las cosas; podemos conocer "las cosas en sí mismas", "el mundo tal como es".Esto está tan lejos de nosotros que ni siquiera podemos pensar sobre ello de manera apropiada, y debemos tratar de comprender que hasta vislumbres de conciencia objetiva sólo pueden llegar en el estado plenamente desarrollado de conciencia de sí.
Retomemos nuestro tema. En las propias palabras de G: “Y yo le digo a usted que es relativamente raro que la gente diga una mentira en forma deliberada. En la mayoría de los casos creen que dicen la verdad. Y sin embargo mienten todo el tiempo, tanto cuando quieren mentir como cuando quieren decir la verdad. Mienten continuamente, se mienten así mismos y mienten a los demás”.
Acá pareciera que entramos en una grave contradicción. Por un lado afirmamos que el hombre en su estado actual no puede conocer la verdad, y por el otro decimos que siempre miente. Entonces, ¿Qué es mentir? En el lenguaje ordinario, mentir quiere decir distorsionar o esconder la verdad, o lo que la gente cree que es la verdad. Esta mentira juega un papel muy importante en la vida; pero hay formas peores de mentir: cuando la gente no sabe que miente. No podemos conocer la verdad, pero podemos pretender que la conocemos. Y esto es mentir: La gente pretende que sabe toda clase de cosas: sobre Dios, sobre la vida futura, sobre el universo, sobre el origen del hombre, sobre la evolución, sobre todas las cosas, sobre cómo combatir la inseguridad, cómo acabar con la inflación; pero en realidad no sabe nada, ni siquiera sobre sí misma. Y cada vez que habla sobre algo que no sabe como si lo supiera, miente. Por lo tanto el significado sicológico de la mentira quiere decir hablar sobre cosas que uno no conoce, y que inclusive no puede conocer, como si uno las conociese y como si las pudiese conocer. Este no es un punto de vista moral, en el sentido de lo que es bueno o malo por sí, sino un punto de vista práctico en el sentido de lo que es útil o dañino para el hombre en su desarrollo interior.
La sinceridad debe aprenderse como aprendemos todo lo demás, pero hay diferentes formas de sinceridad, porque por un lado tenemos la simulación inteligente y por otro la verdad estúpida. La sinceridad no debe convertirse en «falta de consideración» hacia los demás. Si un hombre quiere aprender a disimular inteligentemente, debe aprender a callar cuando debe callarse.
La Verdad y el Bien
Si es demasiado obvio el mal que produce la mentira, no es menos cierto el daño que ocasiona la verdad. Todos los malos entendidos, los desencuentros, los conflictos y hasta las guerras, fundamentalmente las religiosas, se hicieron “en nombre de la verdad” y esta lucha hoy continúa.
El problema surge al tomar la verdad como un fin en sí misma. La verdad es sólo un medio, un camino para alcanzar el bien.
Al parecer, hubo alguna época en que la humanidad obraba basándose en el bien. La alegoría del Génesis: “era entonces la Tierra de una lengua y de unas mismas palabras”, se refiere a una época en que el hombre obraba desde el bien y esta enlazaba a todos, porque el bien es el único poder de unir.
En la actualidad el hombre no puede recibir la enseñanza del Bien directamente. Pero todavía es capaz de recibir la enseñanza del Bien a través del conocimiento de la Verdad; esa es su verdadera finalidad.
A menudo se lee en los Evangelios que Cristo ofendía a los fariseos quebrantando el mandamiento acerca del sábado. Esto los enfurecía. Cristo curaba en sábado, a pesar que la ley mosaica lo prohibía. Antes de curar a un hombre, Cristo miró a su rededor y dijo a los presentes: "¿Es lícito en sábado hacer bien o hacer mal?" La actitud de los fariseos era que las leyes religiosas habían de cumplirse al pie de la letra. Cristo no habla de la Verdad, sino del Bien. ¿Cuál debe venir primero? Cristo coloca el Bien por encima de la Verdad. Para los fariseos la Verdad era la ley mosaica y los mandamientos, tomados al pie de la letra, prohíben trabajar en el sábado.
También en el Islamismo, Mahoma convoca a la Jihad, la Guerra Santa, cuyo significado dista mucho de ser una convocatoria a la lucha armada. Se trata de una guerra interior, sin la cual no existe ninguna posibilidad de evolución. Sin embargo hoy, miles de fundamentalistas matan a otros miles cuyas verdades difieren con las suyas.
Una imagen acertada propuesta por M.Nicoll, expresa que para ascender una montaña se requieren una serie de conocimientos que hay que aplicar escrupulosamente para sortear todos los inconvenientes y los riesgos del ascenso, pero una vez en la cima, ese conocimiento puede ser descartado. Ya no resulta necesario. Desde la cumbre ve todo de manera diferente, ve la relación que existe entre las cosas y no necesita pensar en los medios que utilizó para llegar. Igualmente, la ley mosaica o, por lo menos, los Diez Mandamientos son instrucciones acerca del aspecto de la Verdad en cuanto a la forma de cómo alcanzar el nivel del Bien donde, como mandamientos, ya no tienen significado alguno puesto que el hombre conoce el Bien directamente.
Reflexión:
No quisiera concluir sin un análisis a la inversa. Así como la verdad es el camino que conduce al bien, podemos deducir que la mentira conduce al mal. Tanto el concepto del bien como de la verdad dependen del nivel de ser de una persona.El nivel más bajo, el Hassnamus, el Malvado, lindante con la animalidad, tan frecuente en la sociedad actual, concentra en sí mismo las mayores dosis de egoísmo, egolatría, avaricia, etc. y su característica primordial es gozar del dolor ajeno. Por supuesto que su principal arma será la mentira que, tal vez para él mismo sea su verdad.
Imaginemos un ser de estas características gobernando un país, como Argentina, fomentando el odio y la división entre propios y extraños, blandiendo la espada contra múltiples enemigos surgidos de su propia imaginación, doblegando con el poder del dinero a propios y extraños, cuánto daño puede causar.
Si se me ocurriera preguntar al mismísimo G. “qué podemos hacer?”, creo que respondería desde su tumba, con su voz fuerte y burlona: “Hacer? No podemos ni debemos hacer nada. Ella es su propio castigo”.
POSTFACIO
Nobleza obliga a aclarar que estas ideas no me pertenecen. Provienen de mentes despiertas que G. supo difundir y, hasta cierto punto, vulgarizar. Acá sólo nos limitamos a seleccionar, sintetizar y darles un cierto orden, manteniendo como centro de gravedad el tema que nos ocupa.
Este origen, ajeno a mi propio intelecto, las hace más valiosas, porque no surgen de un “estado de vigilia”, sino de una conciencia superior y es de esperar que despierten en quienes las lean, las posibilidades infinitas que tiene el hombre en su interior si logra conectarse con ellas.
Un gran abrazo a mi amiga Liliana que tuvo la enorme paciencia de leer y esperar hasta el final para concluir con este largo relato, pero con ella compartimos la idiotez de creer en un mundo mejor a partir del crecimiento interior.
Que estas ideas produzcan todo el bien que nos propusimos al escribirlas.
(los destacados son míos)
Es una enorme satisfacción compartir este espacio personal de mi invalorable amiga Liliana. Nos conocimos en Fb, donde muestra su rebeldía adolescente, como mujer, y sus dones multifacéticos como profesional. Fundamentalmente nos une la búsqueda: en lo exterior, aspirando a un mundo más armónico y justo; y, desde lo interior, realizar las inmensas posibilidades que el hombre tiene y la mayoría ignora. Sobre todo, destaco su generosidad de compartir sus ideas y conocimientos con todos sus amigos y sus seguidores. F.Saleh
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