Las últimas elecciones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires han arrojado resultados aplastantes para el candidato del oficialismo nacional.
Puesto "a dedo" por la propia Presidente, en una elección absolutamente personal, ha redundado de modo negativo en la escasa democracia interna que existe dentro del Frente para la Victoria. Quizás esa democracia interna, dentro de esta agrupación de origen peronista, no sea su verdadero o más profundo signo. Sabemos que el verticalismo, directriz inapelable en vida de Perón, ha querido ser consuetudinariamente sostenida, a lo largo del tiempo, con resultados varios. Pero nunca como ahora, en medio del desbande del "pejotismo", se ha visto tanta libertad de acción. El verticalismo será definitivamente clausurado, como principio de un movimiento carismático que hace varias décadas dejó de ser.
He leído algunas ocurrencias de la sabiduría popular, entiéndase las explicaciones de los foristas en distintos medios, en el sentido que el Kirchnerismo o "peor-nismo" es la etapa superior del Justicialismo. Y que como tal, resultará en una síntesis reveladora de depuración para elementos con tanta, o llevada al extremo de la perpetuidad, "vocación hegemónica" y personalista que, incluso apela, a la foto y caricatura de un muerto.
Nada peor para quién se considera un líder hegemónico, con ínfulas de perpetuidad, que en la plena y pura democracia -de donde salió- un distrito importante como la capital de la República, le haya dicho NO.
Los alcahuetes y esbirros del gobierno han salido, con la pasión de la coyuntura, ha execrar a los ciudadanos de ese distrito. Estas acciones, las de mal perdedor, no se encuentran en ningún tratado de teoría política, pero sin embargo, los anales de psiquiatría están cargados de historias clínicas y los expedientes judiciales de prontuarios de actos cometidos en el fragor de una "herida narcisista". Porque eso es lo que es: un puñal en el centro de las ambiciones hegemónicas, por lo menos en este distrito...en donde tenemos los resultados inapelables, los aplastantes 19 puntos de diferencia.
Que este episodio resulte en una catarata afín, en ciertos lugares de la República con mayor concentración del electorado y no meramente por el número de distritos, está por verse y escrutarse.
Yo siento pena por aquellos que nos desprecian en nuestras mejores virtudes republicanas, la libertad de elección por sobre todas las cosas. Y muchos de los que fogonean este nuevo antagonismo, porteños todos e incluso un extranjero anclado aquí y mimado, debieran releer la historia de sucesos, sólo parecidos, a éste respecto: toda una Nación le dijo No a Winston Churchill, cuando terminada la II Guerra Mundial no lo quiso al comando de Inglaterra. Y una Francia que también le dijo NO a De Gaulle, cuando se sometió a un referéndum por su permanencia como presidente de la V República. Estos son grandes y demoledores ejemplos de pueblos que venían de una guerra devastadora y que sin embargo le dijeron NO a quienes los llevaron a la victoria y liberación.
Ingratitud? Hay cierta sabiduría que todavía se nos escapa y nos convertimos en Malos Perdedores, triste y bochornoso papel que sólo dictadores de muy buena salud pueden exhibir en lo contrario.
Yo soy porteña y viví treinta años allí. Los últimos diez los he vivido en la Patagonia, que aún me tiene. Pero aquí, aún más, sigo siendo porteña y siento orgullo de serlo por lo que significa: desde la cultura, desde la independencia de espíritu, desde la visión cosmopolita, de que nada nos es ajeno, desde nuestra rebelión a "cualquier suma del poder político", de que nadie nos compra aunque seamos los más subsidiados del país y que nos hacemos cargo, con inocencia absoluta, de las antinomias históricas y de quienes las fogonean. Se nos dirá ingratos en algunos sentidos, más no obsecuentes y arrastrados por migajas, como las que derraman algunos señores feudales que todavía la Argentina tiene.
Por suerte, para superar las antinomias fabricadas, los porteños hemos hecho una suerte de emigración interna al verdadero corazón de la Argentina y no veo ningún malestar en esa convivencia. Creo que sólo los políticos inescrupulosos hacen uso de esta antinomia muy propia del siglo XIX. Hoy, no significa nada, salvo para los malos perdedores...y que no piden perdón.
No quiero agregar nada más.
Sólo recrear, desde otra perspectiva, el sentimiento profundo que inspira una ciudad como Buenos Aires.
He elegido esto: para todos mis amigos que han optado vivir en el mundo, más allá de nuestras fronteras políticas, los versos de Julio Cortázar en la voz y la música del Tata Cedrón y el poema, que sigue luego del PS, que cantaba, hace tiempo, Nacha Guevara cuando volvía del exilio, luego de aquellos años en que durante un gobierno democrático una organización terrorista, la Triple A le pusiera una bomba en el teatro, antes de un estreno.
PS: que el actual gobierno haya mezclado personajes violentos de la derecha y la izquierda peronista de aquellos años, es un tema aparte de los Porteños y de su Ciudad...y ni siquiera Nacha se ha rasgado la vestidura ante esa ensalada nefasta, y sin embargo prestó apoyo en su momento a ser una candidata K.
Me quedo con el poema y con el recuerdo de aquella voz que lo cantaba.
Escisiones mentales de las que sólo son capaces los Porteños.
Yo extraño mi ciudad. Las luces de mi ciudad. Su brillo, su resplandor. No puedo olvidar las luces de mi ciudad.
Yo extraño ese resplandor. Que hace que mi ciudad brille más que el sol.
Es tan lindo San Francisco pero extraño el Obelisco.
Mi ciudad. Me voy para mi ciudad. Las luces de mi ciudad Me están llamando, me llaman.
Yo sé que Florencia es bella cuando salen las estrellas,
pero quiero ver el cielo de las noches de Pompeya.
Mi ciudad. Las calles de mi ciudad. Su brillo, su resplandor y esa humedad.
Yo extraño mi ciudad. Los locos de mi ciudad que por Callao ven la luna rodar.
En París hay lindos puentes pero no es calle Corrientes.
Mi ciudad. Me voy para mi ciudad. Las luces de mi ciudad me están llamando, me llaman.
Qué bien huelen los jazmines bajo el sol de Andalucía,
pero yo extraño el aroma que hay en nuestras pizzerías.
Mi ciudad. El río de mi ciudad. Su brillo, su resplandor, su suciedad.
Yo extraño mi ciudad. La gente de mi ciudad. Que nunca se va a dormir para soñar.
Los domingos en el Rastro no son como en el Abasto.
Mi ciudad. Me voy para mi ciudad. Las luces de mi ciudad me están llamando, me llaman.
Sus letreros luminosos y esos hombres tan hermosos.
Basta de Quinta Avenida, llévenme a andar por Florida.
Antes de que sea tarde quiero estar en Buenos Aires.
Espérenme, voy para allá.
Yo quiero estar en mi ciudad.

El significado auténtico de la palabra idiota es ser uno mismo. El hombre que es él mismo parece loco a los ojos de los que habitan en el mundo de las ilusiones...Cualquiera que decida ahondar en sí mismo será un idiota... Los necios piensan que ha perdido la razón. Se supone que nosotros estamos en busca de la realidad, de modo que todos deberíamos ser idiotas... Pero nadie nos puede convertir en idiotas...lo tenemos que elegir por nosotros mismos.(acerca del Brindis de los Idiotas.Gurdjieff)
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