En este día, explotado comercialmente, muy pocas palabras para decir y mucho para recordar, sobre todo a quienes se les rinde homenaje, o debiera hacerse, de entrega hasta el martirio de aquellas obreras que reclamaban por su dignidad de personas y mejores condiciones de trabajo, en una fábrica en Estados Unidos.
Nayda Tatiana Lesano Alandia, 33 años, abogada, ciudadana boliviana que trabajaba en el Consulado de la República de Bolivia en el barrio de Once, en la Ciudad de Buenos Aires. Tenía 2 hijas y estaba embarazada de seis meses de su tercera. Murió junto a 50 personas más, en la Masacre de Once.
Vi su fotografía en un programa de televisión, en el corazón mismo de la llamada Corporación mediática destituyente. La portaba su marido, boliviano también, con una entereza y dignidad que me daba vergüenza ajena.
Ni el presidente de Bolivia, Evo Morales, ha mandado, públicamente, alguna condolencia hacia las familias de sus dos ciudadanas muertas allí, y una nonata.
Ni nuestra Presidenta, tampoco, se refirió a ninguno de los argentinos y hermanos de otros países, incluida esta mujer, con la palabra clara y precisa que el caso requería.
Muy solos se quedan los muertos a los que nada puede sacarse, ya con la vida arrebatada no por un accidente, sino por la corrupción de los negocios mutuos entre el gobierno y el concesionario del servicio de trenes, también recaudador de la campaña electoral de la actual Presidenta.He allí la clave de su silencio.
La he querido mencionar como un ejemplo, en este día caprichosamente comercial y banalizado, porque, además de todas las virtudes y acciones que los hombres, como género, desarrollan en el mundo, también compartía, junto a las mujeres como género, su servidumbre hacia la naturaleza, hacia la reproducción de la especie humana. Quiso la tragedia que junto a ella y dentro de sí, muriera su hija nonata.
Vengo de una familia de mujeres abnegadas y valerosas. Sólo tengo mi palabra, como arma, si es que hay una guerra contra la estupidez que llevar a cabo, y requiere de soldados contra la imbecilidad y la impunidad de también, otras mujeres, a las que hoy se celebra.

El significado auténtico de la palabra idiota es ser uno mismo. El hombre que es él mismo parece loco a los ojos de los que habitan en el mundo de las ilusiones...Cualquiera que decida ahondar en sí mismo será un idiota... Los necios piensan que ha perdido la razón. Se supone que nosotros estamos en busca de la realidad, de modo que todos deberíamos ser idiotas... Pero nadie nos puede convertir en idiotas...lo tenemos que elegir por nosotros mismos.(acerca del Brindis de los Idiotas.Gurdjieff)
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