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jueves, 10 de abril de 2014

Y después del Paro qué? Pongámonos en pelotas....


Decía Milan Kundera en su magnífico libro La Lentitud:

desnudez. Conservo un recorte de la revista Le Nouvel Obseruateur de octubre de 1993; un sondeo: a mil doscientas personas que se consideran de izquierda se les envió una lista de doscientas diez palabras entre las que debían señalar aquellas que les fascinaran, aquellas a las que fueran más sensibles, que encontraran más atractivas y simpáticas; unos años antes se había hecho el mismo sondeo: en aquella época, de las doscientas diez palabras, la gente de izquierda se había puesto de acuerdo en dieciocho, confirmándose así una sensibilidad común. Hoy las palabras celebra¬das no eran más que tres. ¿Sólo tres palabras sobre las que puede entenderse la izquierda? ¡Oh, descalabro! ¡Oh, decadencia! ¿Y cuáles son esas tres palabras? Escuchen bien: rebelión; rojo; desnudez. Rebelión y rojo, se da por supuesto. Pero es sorprendente que, además de estas dos palabras, sólo la desnudez haga latir el corazón de la gente de izquierda, que sólo la desnudez siga siendo su patrimonio simbólico común. ¿Es ésta toda la herencia de esa magnífica historia de doscientos años, inaugurada solemnemente con la Revolución francesa, es ésta la herencia de Robespierre, Danton, Jaurés, Rosa Luxemburg, Lenin, Gramsci, Aragón, el Che Guevara? ¿La desnudez? ¿La barriga desnuda, los cojones desnudos, las nalgas desnudas? ¿Es ésta la última bandera bajo la cual los últimos destacamentos de la izquierda simulan todavía su gran marcha a través de los siglos?
Pero ¿por qué precisamente la desnudez? ¿Qué significa para la gente de izquierda esta palabra que ha señalado en la lista enviada por un centro de sondeos?
Recuerdo el cortejo de izquierdistas alemanes que, en los años setenta, para manifestar su ira contra cualquier cosa (una central nuclear, una guerra, el poder del dinero, ¿qué sé yo?) se pusieron en pelotas y marcharon así, aullando, por las calles de una gran ciudad alemana.
¿Qué debía expresar su desnudez?
Primera hipótesis: representaba para ellos la más estimada de todas las libertades, el más amenazado de todos los valores. Los izquierdistas alemanes atravesaron la ciudad enseñando su sexo desnudo como los cristianos perseguidos iban hacia la muerte llevando en el hombro una cruz de madera.
Segunda hipótesis: los izquierdistas alemanes no querían enarbolar el símbolo de un valor, sino, simplemente, escandalizar a un público odiado. Escandalizarlo, amedrentarlo, indignarlo. Bombardearlo con mierda de elefante. Verter sobre él todas las alcantarillas del universo.
Curioso dilema: ¿simboliza la desnudez el valor más elevado entre todos los valores, o más bien la mayor basura que pueda arrojarse como una bomba de excrementos sobre una asamblea de enemigos?

Visto y considerando lo que Milán Kundera pensaba, allá por el 93....uf, cuánto tiempo, creo que ponernos en pelotas, como decía San Martín, frente a la Quinta de Olivos o frente a la Rosada, dejándonos ver en nuestra decadencia y cansancio, sin atavíos ni ornamentaciones, salvo un sombrero y calzado...dejando ver nuestras cicatrices y tatuajes ocultos, nuestras fajas y gorduras, nuestras celulitis y canas pudendas, sería la mejor forma, creo yo, en que Cristina reaccionaría, viendo ya no un pueblo glorioso sino uno funesto e idiota al que no valdría la pena gobernar. Hagamos un día X del mes X y marchemos en pelotas. Seremos la sensación de toda una galaxia.

Yo como sigo con mi temita de la amputación, y en orden a todas esas obseciones, estoy preparando un lagrimal, aquellos que se usaban en la antiguedad, donde quedaban para la posteridad los preciosos fluidos vertidos por dolor. En mi caso sería de alegría...cuánto deseo volver a reírme como una idiota...

miércoles, 9 de abril de 2014

La hija de la Lágrima

El psiquiátra me dijo que tengo que contar hasta diez... hay veces que necesito un poco mas... para no ponerme a llorar.

Lloro por todo, por cualquier pequeña desgracia, por cualquier tontería que evoque en mí algo más de lo que sucede o su ponderación en lo que desconocemos, como imbéciles que somos e ignorantes de lo que no nos ha sucedido.

Lloro por mí, lloro mirándome las manos....

Volví a soñar con todo este tema...sueño con mares tenebrosos de lágrimas, sueño que baño con esas aguas a mis antiguos enemigos...sueño con hospitales rodeados de aguas benéficas en las que me sumerjo con alegría, sabiendo que son mis lágrimas.

De muy chica hasta bastante grande he llorado poco... Siempre me he reído mucho y algunos decían que tenía un motorcito de risa constante... pobrecita y olvidada la que lo decía...mi madre, cuando era ella y recordaba su vida, evocaba lo que consideró una hijoputez...haberla abandonado a su madrina, aún sin saberlo...quizás por ello dejó de evocar, dejó de acordarse, se castigó siendo lo que es...retazos viejos...que se encienden de luz y recuerdan...el amor. Será que es lo último que nos queda...el ego, esfumado, forros.

Disculpen, pero tengo que contar, esta vez, hasta cien...