La otra Madre de todas las Batallas
El Kirchnerismo nos tiene acostumbrados a la pomposa frase de Madre de Todas las Batallas. Así lo fue el conflicto del campo por la resolución 125, en el año 2008 y también ocurrió con la discusión por la Ley de Medios. Ante el destape de la olla podrida del enriquecimiento de los funcionarios a través, fundamentalmente, de la Obra Pública, y el rasgado de los velos de Isis, en el Santa Cruz financieramente natal, el gobierno intenta volver a la campo de batalla para salvar los harapos del Relato que, con esfuerzo y dedicación en esta década intentó imponer.
Reescribir la historia, hoy, a meses de la elección de medio mandato y sin posibilidad de re reelección, solo les servirá para la tropa propia, encarnada en La Cámpora. Un poco más de erotismo político y onanismo cambalachero entre sus propias filas.
Voces opositoras y denunciadoras dispersas de pronto se aglutinaron detrás de las revelaciones de Jorge Lanata, en su histórico y contundente Periodismo de investigación. Lo que sorprende es que todos los escándalos de la década, con pocas suertes de haber tenido repercusión, y a luz del testaferro Baez, todo parece tener un hilo conductor. Pareciera como que todos los affaires tienen un origen y nombres compartidos, los que se repiten o abren nuevas líneas de investigación que, pareciera, conducen siempre a los inquilinos de la Casa de Gobierno.
Para el gobierno, según algunos, los escándalos de latrocinio le tienen sin cuidado. Con los ajustes realizados en la Justicia y en el nombramiento de jueces adictos, pareciera que no les preocupara ir presos por delitos de enriquecimiento ilícito, trafico de influencias, negociaciones incompatibles con la función pública, choreo descarado que las declaraciones juradas no pueden explicar, y de todo esto hasta Traición a la Patria.
Es sumamente grave...sin embargo, pareciera que no se les mueve un pelo. Todo es producto de la Consagración de la Impunidad y, fundamentalmente, la inmoralidad de los que se creen amos y señores de la vida y los dineros ajenos...y públicos.
La nueva Madre de todas las Batallas, y yo diría quizás de la gran última, es el contraRelato, el sayo de los coimeros, de los usureros, de los falsos doctorados, de toda la falsedad construida sobre el inmenso aparato del Estado, de todos sus resortes, de todas sus posibilidades de coacción y ejercicio legítimo de la violencia física, de la constante contrainteligencia estatal y paraestatal que se ha venido ejerciendo durante diez años contra empresas, personas en particular, medios de comunicación, organizaciones sociales y/o políticas, aprietes formales y sin eufemismos...hasta desapariciones, como la de Julio López.
La difícil tarea: "...sin que su buen nombre y honor..."
Por ahora el gobierno se dedica a organizar la fiesta de la Década Ganada y conmemorar los diez años en que Nestor Kirchner asumió como presidente en el 2003. Coincide, por esas cosas, con el 25 de mayo...Nuestra Fecha Patria.
Entretanto, los operadores mediáticos del gobierno, empeñados en desacreditar y poner a su altura a los denunciantes de los affaires, publicará mañana la chacra de Elisa Carrió...creemos que debe tener más de 10 gallinas, algunos patos...y quiera la providencia que no tenga algún caballo o vaca y
algunas plantaciones de verduras y hortalizas, ya que la condena y la investigación de la AFIP será terrible.
Un affaire menor no puede equipararse al Escándalo Político. En este, un político o un grupo son sospechados de prácticas ilegales que originalmente se realizan en secreto y toman una dimensión desmesurada cuando son ventilados mediáticamente. Pero estas prácticas ilegales deben constituir un perjuicio hacia el interés publico, conflicto de intereses y ser, en definitiva, contrario a la ley. En países con gran tradición democrática un escándalo que sea contrario a usos y costumbres consideradas piedras angulares de una cosmovisión nacional, como el puritanismo propio de los americanos o la defensa moral y aglutinante de la figura de un rey o reina, es suficiente para una condena, al menos social.
Braulio González Rodríguez escribió en 2008 La Construcción Sociocultural del Escándalo Político, como tesis para obtener el grado de Maestro en Comunicación de la Ciencia y la Cultura por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente. El Grupo Editorial Transición en su pagina Web hace un resúmen de esta cuestión, la que comparto de modo textual (1), la bastardilla me corresponde y en el sentido más actual de nuestra realidad argentina:
De esta completa obra se destacan algunas notas que explican lo que es el escándalo político:1) En cualquier escenario internacional, nacional o local, no importa que tan casero o globalizado pareciera ser la circunscripción del poder público, éste es sujeto de una observación aguda y profunda por parte de los medios de comunicación.2) Pero también el poder público es sujeto de las repercusiones de sus propias acciones, de sus estrategias fallidas o de sus deficientes explicaciones.3) La cuestión de la construcción sociocultural del escándalo político es compleja, su proceso no tiene una respuesta única ni sencilla, hoy pareciera ser parte de la normalidad de la vida política, del espectáculo social, del desafío -o provocación- de la prensa al poder político.4) El escándalo cumple la función de guardián del orden social de las creencias, comportamientos y valores asumidos.5) Actúa como escarmiento público de quien rompe las reglas sin que su condición, casta o categoría se lo permitan.6) Es la violenta enmienda de las circunstancias que no pueden ser aceptadas y la autoreafirmación de que la sociedad no tiene la alternativa de disentir o actuar fuera de las coordenadas de la moralidad.7) El transgresor debe escarmentar, debe ser señalado, linchado y apedreado aunque los verdugos no estén libres de culpa.8) Será su humillación, visible y propagada, el único acto de constricción colectivo que posibilite la absolución y el desagravio con el que la sociedad enmendará su culpa.9) El escándalo siempre ha sido un inquilino “perverso”, presente en todo sistema social en donde cumple una función de protección de las normas y valores morales o legales de una colectividad, que se personifican en un individuo que ostenta una representación simbólica de autoridad y que es significativo para esa comunidad, lo cual intensifica la demanda de escarmiento.10) Es un anticuerpo social que combate cualquier tipo de irrupción que amenaza su estabilidad.11) Un asunto se vuelve escandaloso porque sus características hechas públicas representan una profanación a la moralidad de una sociedad, es una transgresión a los límites éticos impuestos y aceptados, una perturbación al estado de las cosas que avergüenzan un linaje que se asumía revestido de una autoridad moral inexorable.12) El escándalo político pareciera formar parte de la normalidad del poder público y del juego de intereses presente siempre en su desarrollo. Al igual que la violencia, el escándalo forma parte de la historia de la humanidad y comparte momentos al lado de los conflictos, las controversias, las intrigas y los desacuerdos.13) Puede ser observado también como un desafío de los medios de comunicación hacia el poder político y en ese caso sería una especie de disputa por el poder y la posesión de la credibilidad, una medición de fuerzas entre dos instancias que detentan la representación de la autoridad simbólica y política.14) Los objetos del escándalo pueden ser tan variables como los asuntos que competen al interés público y que están bajo la observación de la instancia gubernamental, institucional o partidista15) Forman parte del catálogo de acontecimientos disruptivos que significan noticia para los medios de comunicación y entre los cuales también podemos identificar las catástrofes naturales; las crisis bursátiles y los colapsos financieros; los levantamientos y sublevaciones; las guerras; los atentados; los accidentes ferroviarios, aéreos o marítimos; y los hechos delictivos espectaculares o violentos.16) No está sujeto a la dimensión del espacio en función de que la territorialidad defina sus límites, está más bien en virtud de otro tipo de coordenadas de carácter sociocultural, pero sí está supeditado a la dimensión de la temporalidad en donde los asuntos públicos ocupan un orden jerarquizado en función de la lógica de la noticia y en donde cada una tiene su turno determinado por condiciones de apertura o cerrazón.17) La época por la que hoy atraviesa la política y sus estrategias comunicacionales está enmarcada en la era de la modernidad, que tiene como una de sus más agudas características la espectacularización de sus manifestaciones trazadas por aquellos a quienes George Balandier (1994) se refirió como “teatrocracia” y que se encuentran en los bastidores del poder público.18) El desarrollo histórico del poder público ha estado constantemente caracterizado por su anhelo de apreciación colectiva, buscando en la puesta en escena la aceptación o sumisión a su condición suprema.19) La causa por la que los grupos de poder han procurado obtener un alto margen de notoriedad obedece a diversas características propias de su naturaleza y que están centradas en sus necesidades de exhibición de fuerza, de presencia múltiple, de legitimidad, de conocimiento, de reconocimiento y de tácticas de marcaje de dominios que ahora se realiza más con los recursos simbólicos de identidad, nacionalidad y orgullo soberano que mediante la intervención militar otrora predominante.20) La práctica de la política como espectáculo se ha transformado en un sistema dependiente de los escenarios, ceremonias y protocolos. Pensar su desarrollo al margen de estrategias ritualizadas y de representaciones visuales se torna riesgoso para la legitimidad y reconocimiento de las instituciones de poder público.21) Se les ha acostumbrado tanto a los individuos a observar y a relacionarse con la autoridad a través de esa norma, que su ausencia sería asumida como un vacío de poder, una falla en el sistema de conexiones de la red que le permite funcionar, generando desconcierto y anarquía.22) Pareciera como si se requiriera de ello para conservar la estabilidad, el orden, la certeza y la seguridad, de tal manera que una de las consecuencias es que el proceso ha salido de su control exclusivo, tomando parte tanto los medios de comunicación que se erigen en instrumentos-dispositivos ideológicos como la sociedad que, hasta cierto punto, se hace cómplice mediante procesos de seducción que la mantienen aletargada en calidad de espectadora del debate público.23) A partir de ahí podemos entender la diferencia de agendas entre los tres grandes actores constitutivos del acto comunicacional político: el poder, los medios y los públicos, ya que cada uno transcurre bajo su propio proyecto.24) Los medios se conmueven en extremo ante el acontecimiento; los políticos ante la acción; la opinión pública, ante las jerarquía de los temas y de las preocupaciones (Wolton, 1992:37), por lo que se da una tensión y negociación permanentes entre la lógica de los actores políticos y la lógica de los medios, como hay una tensión intrínseca entre el discurso político y sus receptores (Escudero, 2002:11).
Después de esta lectura, no es menor lo que está desarrollándose en la Argentina, en el teatro de operaciones comunicacionales donde los públicos tienen una especial relevancia, porque es la disputa por los mismos, en primera instancia.
Para ello se está montando este gran espectáculo de mañana, que como dije, concuerda, solo tangencialmente, con nuestra Fecha Patria. En esta disputa comunicacional, mientras la Justicia hace lo suyo o lo que puede o quiere, Cristina está jugando su carta mayor, con la que triunfó en el 2011, el mito del prócer que nacía muerto al lado de su viuda. Ella lo construyó a fuerza de llantos y puestas en escena. Pero la realidad puesta en el tapete, EL CHOREO, el robo descarado y delincuencial -ese es el significado en el argot- es demasiado grande y desprolijo, porque los que han comenzado a hablar son los descastados del negocio...aunque solo hubieran sido dos valijeros de poca monta los que encendieron la mecha. A cuanto está el polvorín, lo desconocemos...pero es suficiente que nuestro vicepresidente de la Nación, elegido a dedo por Cristina, tenga varias decenas de causas abiertas en la Justicia y desde el podio de la Presidencia del Senado, disfrute de su impunidad y se ría ante las cámaras...tanto como se ríe Cristina Fernández, dicho por ella...y cada día mas.
Este es el estado moral de quienes detentan las máximas magistraturas de la Argentina. Pero esto, recién comienza.