El significado auténtico de la palabra idiota es ser uno mismo. El hombre que es él mismo parece loco a los ojos de los que habitan en el mundo de las ilusiones...Cualquiera que decida ahondar en sí mismo será un idiota... Los necios piensan que ha perdido la razón. Se supone que nosotros estamos en busca de la realidad, de modo que todos deberíamos ser idiotas... Pero nadie nos puede convertir en idiotas...lo tenemos que elegir por nosotros mismos.(acerca del Brindis de los Idiotas.Gurdjieff)
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viernes, 15 de marzo de 2013
jueves, 14 de marzo de 2013
Las Sandalias del Pescador
Los argentinos, en la última década, nos hemos convertido en un país de contrastes, y no por las culturas diferentes que nos conforman como Nación, sino por la división de nuestra sociedad fomentada por el odio de sus gobernantes. No hay día en que, nuestra presidente, no haga algo o profiera discurso sólo para profundizar nuestra división, en un maldecir constante.
Pero de pronto ayer sucedió lo inesperado, mientras seguro se limpiaba la Catedral de la Ciudad de Buenos Aires por la toma de gente ataviada con pañuelos, casi como forajidos. Era consagrado el primer Papa Americano, y encima, argentino. Un Papa venido del Fin del Mundo, toda una frase propia de él mismo.
En tiempos de cultura apocalíptica, una Papa venido del Fin del Mundo para reconstruir la labor evangelizadora, de un continente que, Juán Pablo II en Puebla, dijera que la Luz del Mundo saldría de América Latina, parece, a todas luces, una profesía por cumplirse.
Se auguraba un Papa negro...Al General de la Compañía de Jesús, al mayor Jesuita, se le decía el Papa Negro, por su sotana y por su poder, aún a costa de la observancia, como regla de la Compañía, en su obediencia al Papa de Roma. Tiempos apocalípticos, tiempos de renovación, tiempos de un nuevo pastor con cierto camino abierto hacia una nueva Iglesia y, por sobre todas las cosas, un nuevo humanismo, en estos tiempos aciagos del mundo, donde el fundamentalismo, de cualquier o preciso signo, ha transformado nuestro modo de vivir.
Si algo deslumbrante, para mí, caracteriza a Francisco, a Jorge Bergoglio, es su diálogo con los hombres de otros credos, su ecumenismo, su entendimiento de la genuina condición humana más allá de los dogmas de cada cual. Casi como aquella escena del cardenal ruso, luego devenido Papa, en el libro Las Sandalias del Pescador, de Morris West. Allí, junto al rabino, dan juntos la letanía a un moribundo, en yddish y conforme el rito y su dogma. Porque lo que demuestra la escena es el respeto y el apego a las formas, pero en la consideración profunda y única del ser humano.
Sin embargo, en nuestro Pago Chico argentino, casi con una cultura pueblerina y de campanario, los operadores políticos de Cristina en sus medios oficiales, han salido a sospechar, a ensuciar la figura y la historia de quién hoy es Jefe del Estado Vaticano y Pastor de mil doscientos millones de almas. En su visión corrosiva del ciudadano o del ser humano como soldado al servicio de, han perdido, definitivamente, la oportunidad de estrechar la brecha del odio. Por el contrario, la han profundizado, casi como un abismo para los que escucharon la palabra y les repiquetea en su cabeza: esperanza...de ser mejores, íntegros, tratados con dignidad y no a costa de ella para beneficio político.
Los Kirchner tienen una historia de conflicto con Bergoglio, a quién ningunearon y hoy ventilan historias falsas de desprecio.
A Cristina le ha salido un oponente con el que no puede, ni con todos sus soldados rentados, porque la gente común y de a pié solo necesita esperanza y no odio y desazón. Bergoglio ha caminado las villas de la Ciudad más que todos los políticos juntos. Hay una historia que no puede cambiarse ni con un relato o fotografías apócrifas. Hay un modo de vida austero y sostenido por todos los que lo han acompañado en los transportes públicos, toda una ciudad que ha sido testigo. Allí están todas las homilías, todos los acompañamientos a las víctimas del latrocinio argentino, Once y Cromagnon...a las víctimas inocentes de los acuerdos políticos espúreos con devolución de gentileza: AMIA, Embajada de Israel.
Si algo nadie vaticinó, ni los politólogos, es esta pateada de tablero político para el Régimen Cristinista: un antiguo oponente devenido en Jefe de Estado Vaticano, perpetuo, hasta su muerte.
Un hombre casi gris, de traje negro arratonado, tomando transporte público y caminando como cualquiera en lugares a los que pocos o casi ningún político se atreve.
De donde nunca pensó Cristina le saldría un oponente con mayor prestigio y fama, desde la humildad ubicua y los zapatos gastados...
Desde el lugar impensado, desde la Fe y el trabajo pastoral, quizás se levante una ola, de promesa, de políticos con fe confesa, que no sean vilipendiados por dar ese testimonio personal...
Un viento renovador desde el lugar político menos pensado.
Pero de pronto ayer sucedió lo inesperado, mientras seguro se limpiaba la Catedral de la Ciudad de Buenos Aires por la toma de gente ataviada con pañuelos, casi como forajidos. Era consagrado el primer Papa Americano, y encima, argentino. Un Papa venido del Fin del Mundo, toda una frase propia de él mismo.
En tiempos de cultura apocalíptica, una Papa venido del Fin del Mundo para reconstruir la labor evangelizadora, de un continente que, Juán Pablo II en Puebla, dijera que la Luz del Mundo saldría de América Latina, parece, a todas luces, una profesía por cumplirse.
Se auguraba un Papa negro...Al General de la Compañía de Jesús, al mayor Jesuita, se le decía el Papa Negro, por su sotana y por su poder, aún a costa de la observancia, como regla de la Compañía, en su obediencia al Papa de Roma. Tiempos apocalípticos, tiempos de renovación, tiempos de un nuevo pastor con cierto camino abierto hacia una nueva Iglesia y, por sobre todas las cosas, un nuevo humanismo, en estos tiempos aciagos del mundo, donde el fundamentalismo, de cualquier o preciso signo, ha transformado nuestro modo de vivir.
Si algo deslumbrante, para mí, caracteriza a Francisco, a Jorge Bergoglio, es su diálogo con los hombres de otros credos, su ecumenismo, su entendimiento de la genuina condición humana más allá de los dogmas de cada cual. Casi como aquella escena del cardenal ruso, luego devenido Papa, en el libro Las Sandalias del Pescador, de Morris West. Allí, junto al rabino, dan juntos la letanía a un moribundo, en yddish y conforme el rito y su dogma. Porque lo que demuestra la escena es el respeto y el apego a las formas, pero en la consideración profunda y única del ser humano.
Sin embargo, en nuestro Pago Chico argentino, casi con una cultura pueblerina y de campanario, los operadores políticos de Cristina en sus medios oficiales, han salido a sospechar, a ensuciar la figura y la historia de quién hoy es Jefe del Estado Vaticano y Pastor de mil doscientos millones de almas. En su visión corrosiva del ciudadano o del ser humano como soldado al servicio de, han perdido, definitivamente, la oportunidad de estrechar la brecha del odio. Por el contrario, la han profundizado, casi como un abismo para los que escucharon la palabra y les repiquetea en su cabeza: esperanza...de ser mejores, íntegros, tratados con dignidad y no a costa de ella para beneficio político.
Los Kirchner tienen una historia de conflicto con Bergoglio, a quién ningunearon y hoy ventilan historias falsas de desprecio.
A Cristina le ha salido un oponente con el que no puede, ni con todos sus soldados rentados, porque la gente común y de a pié solo necesita esperanza y no odio y desazón. Bergoglio ha caminado las villas de la Ciudad más que todos los políticos juntos. Hay una historia que no puede cambiarse ni con un relato o fotografías apócrifas. Hay un modo de vida austero y sostenido por todos los que lo han acompañado en los transportes públicos, toda una ciudad que ha sido testigo. Allí están todas las homilías, todos los acompañamientos a las víctimas del latrocinio argentino, Once y Cromagnon...a las víctimas inocentes de los acuerdos políticos espúreos con devolución de gentileza: AMIA, Embajada de Israel.
Si algo nadie vaticinó, ni los politólogos, es esta pateada de tablero político para el Régimen Cristinista: un antiguo oponente devenido en Jefe de Estado Vaticano, perpetuo, hasta su muerte.
Un hombre casi gris, de traje negro arratonado, tomando transporte público y caminando como cualquiera en lugares a los que pocos o casi ningún político se atreve.
De donde nunca pensó Cristina le saldría un oponente con mayor prestigio y fama, desde la humildad ubicua y los zapatos gastados...
Desde el lugar impensado, desde la Fe y el trabajo pastoral, quizás se levante una ola, de promesa, de políticos con fe confesa, que no sean vilipendiados por dar ese testimonio personal...
Un viento renovador desde el lugar político menos pensado.
Francisco |
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