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martes, 10 de mayo de 2011

Juan Carlos Trejo Lema. In Memorian.

En el libro “Buenos Aires, Ciudad Secreta” del escritor Germinal Nogués se lee[1]:

“Se afirma que el edificio ubicado en Avenida Rivadavia 5896 es aquel al que el poeta Baldomero Fernández Moreno dedicó sus Setenta Balcones y ninguna flor…”.

 Ese edificio llamado Femenil se erige como un gran bloque, en el trapecio irregular de su pequeña manzana. En cuatro de sus setenta balcones, en el sexto piso del 5898 se asomó, durante muchas décadas, a ver la ciudad desde esa atalaya, Juan Carlos Trejo Lema. “Tuco”, como siempre lo apodaron, partió de esta existencia encarnada en el año 2004. Autodidacta de la ciencia y el arte, fue el más prestigioso ornitólogo y taxidermista que la historia argentina registra.

De familia tucumana, descendientes del obispo Trejo, en tiempos de Rosas, Tuco dejó la escuela secundaria en su segundo año, a instancia de un consejo que le diera su amigo Manuel Mujica Lainez, para que se dedicara por completo, a lo que sería, la obra de su vida.

El arte y la ciencia de Trejo Lema cuenta más de mil quinientas obras; algunas de ellas están en museos del mundo como el Metropolitano de la ciudad de Nueva York; otras fueron pedidas como regalos, de distintos gobiernos argentinos, para dignatarios extranjeros, como el Rey de Marruecos, el Sha de Irán –para los mil años del Imperio Persa-, los príncipes japoneses –hijos de Hiroito- y el Rey Juan Carlos de España. Uno de sus últimos trabajos fue para un Monasterio en Burgos. El museo de Arte Decorativo, el Palacio Errázuris, le abrió sus puertas para dos exposiciones gigantescas: ningún artista argentino, en vida, tuvo ese privilegio. Actualmente casi toda su obra fue legada por él mismo a la Fundación Museo de Ciencias Naturales Félix de Azara, en Buenos Aires.

Algunas de  estas obras las vi personalmente, cuando las preparaba –aunque era muy celoso de dar por concluido su arte- porque lo conocí de muy jovencita cuando fui a vivir al departamento que estaba al lado del suyo. Yo estudiaba piano ocho horas por día, en aquella época, y, contrariamente a lo que puede suponerse, él disfrutaba de las cuarenta veces en que tocada una obra, porque, me decía, mi empeño y dedicación le recordaban los suyos propios.

Cuando en 1963 hizo su muestra en la Casa Argentina en Paris, con el auspicio del entonces Embajador Argentino en Francia Dr. Horacio Aguirre Legarreta, Manuel Mujica Lainez, de la Academia Argentina de Letras, le dedicó estos pasajes, que comparto con ustedes, aunque yo los lea de una fotocopia del borrador original, de puño y letra, del mismísimo Manucho:

“Trejo Lema: su actitud frente al mundo lo acerca, extrañamente, a la doble actitud, a menudo contradictoria, del hombre de ciencia y del poeta. Es un hombre de ciencia por la extraordinaria hondura de sus conocimientos en la materia especialísima a la cual consagró su vida ensimismada y  es un poeta, porque posee el don raro de apresar imágenes, de encerrarlas, de tornarlas luminosas. Cada una de sus admirables composiciones participa así del rigor y del lirismo. Mientras andamos entre sus cajas perfectas, no sabemos que nos entusiasma más, si su destreza, fruto de la paciente sabiduría, o su fabulosa concertación de ritmos  de color y de forma, hija de la poesía pura, hasta que advertimos la inutilidad de las discriminaciones y deducimos la ajustada síntesis de ciencia austera e invención fantástica que su creación implica. Para lograrla, ha sido menester que Trejo Lema existiese como un asceta singular, en medio de las metáforas vibrantes. Pocos seres habrán sido, en la vastedad del mundo, capaces de un triunfo doble como el que certifica su labor y pocos tan envidiables también, por lo que su obra representa de refugio victorioso, de personal filosofía, asimismo, de la eternidad, ésa que queda, prisionera, viva y no viva, trémula y estática,  bajo sus cristales misteriosos que derrotan al tiempo”.

La mitología porteña no se pone de acuerdo con aquel edificio de los Setenta Balcones y ninguna flor… pero les aseguro que Baldomero no pensó en el Femenil para su poema, porque allí, en uno de los balcones, Tuco cultivaba unas diminutas y exquisitas orquídeas violáceas, cuya planta entregó a mi madre, a quien adoraba, tres días antes de morir, casi como un legado para ella.

Cuando me fui a la Patagonia me dijo, que de todas las aventuras que había emprendido en mi vida, ésta era la más valiosa y de la que nunca me iba a arrepentir. La evocación me ha llevado a tí, Tuco querido; el recuerdo de tu faisán dorado de la China, solitario y majestuoso, y tus virtudes: tu amor por los animales,  tu apego inclaudicable al arte, tu sencillez extrema, rayana en la pobreza, y, por sobre todas las cosas, tu trabajo silencioso y la belleza que prodigaste y está plasmada en tu obra, presente en cinco continentes. 

Tengo aquí, en San Martín de los Andes, una “hija” de su planta de orquídeas y cada vez que florece me recuerda su rostro maravillado ante el milagro ubicuo de la naturaleza, de las flores, las hojas de los árboles, los pájaros y su regreso a los nidos.



[1] Buenos Aires Ciudad Secreta.Germinal Nogués. ED. Ruy Díaz-Sudamericana.Segunda edición corregida. Buenos Aires. 1996. Pág. 306.

3 comentarios:

  1. Liliana:
    Soy Santiago Trejo, sobrino de Tuco, alguna vez cruzamos palabras debido a que vivo en el departamento que Tuco habitaba, junto a mi hijo Fernando.
    Acabo de leer el artículo que publicaste. Siento en este momento la necesidad de expresarte mi profunda emoción y ¿Por que no decirlo? El orgullo al advertir que alguien indudáblemente sencible y allegada al arte como vos, siendo esto a mi juicio necesario para poder apreciar, admirar y valorar al grán artista pero por sobre todas las cosas al grán ser que coincidimos que él fué.
    De corazón te agradezco mucho por que realmente fué muy gratificante sentir lo que sentí luego de haber leído tu articulo.
    Deséo con el alma que tanto vos como tus seres queridos se encuentren bien.



    Santiago Trejo

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  2. yo adoraba a tu Tio...y en ciertos momentos dificiles el tenía el gesto y la palabra de humaniodad....y este obituario es tan poca cosa...Gracias por tu comentario.

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